Choque de paradigmas: teoría de la evolución contra teoría del diseño inteligente
ISSN: 2710-0499 ISSN-L: 2710-0480
Revista Revoluciones -37- Vol. 6, N° 17 (2024), pp. 29-50
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este axioma nos da a entender que lo que existe tiene una manifestación real,
tangible, es verificable empíricamente y está sujeta a una explicación racional.
Para Rand (2009) la evidencia de la existencia de alguien o algo se delimita en
función a la “Ley de Identidad” (p. 74), es decir, la comprobación de la naturaleza
objetiva y real, esto es, ¿Qué es? ¿De qué está hecho o compuesto? ¿Cuál es su
función o razón de existencia? ¿Cuál es su origen o inicio existencial? y ¿Cuál es
probablemente su fin último o destino? En otras palabras, se trata de demostrar
racional y empíricamente la existencia de lo que existe.
Lo real es lo que se puede conocer con criterios racionales y científicos. No
obstante, si tenemos un enfoque complejo y total, es decir, si podemos ir un poco
más lejos, al comienzo, debemos plantearnos la siguiente cuestión: ¿Desde
cuándo, qué y cómo se suscitó lo realmente existente? o para ser más precisos
¿Cuál es el umbral de la primera partícula, materia, átomo, célula o unidad? Este
es el punto principal o la matriz de la existencia y de la realidad. Sobre esta
problemática no hay conocimiento científico que tenga una respuesta integral,
completa y definitiva, aun el ser humano desconoce un montón de cosas,
tenemos un mundo real por investigar, descubrir y explicar. De ahí que, el gran
científico –quizás el mejor de todos los tiempos– Albert Einstein dijo; “toda nuestra
ciencia, comparada con la realidad, es primitiva e infantil, y sin embargo es lo más
preciado que tenemos” (Einstein, como se cita en Sagan, 2019, p. 18). Sin duda
alguna, esto es cierto, la ciencia es la luz que nos alumbra en la oscuridad que
aún tenemos en el mundo de lo real. No todo está explicado, nos queda aún un
arduo trabajo por realizar.
Al respecto el físico Lederman (1993), premio Nobel de Física, al no
encontrar una conclusión convincente y comprobable, ha denominado al primer
corpúsculo como “la partícula Dios”, “partícula divina” o la “partícula de Higgs”, (p.
262). Lederman (1993), hace un estudio complejo sobre la historia de la ciencia y
la materia, pero parte de la premisa del físico británico Peter Ware Higgs –
también premio Nobel de Física–, quien en 1960 elaboró la proposición de la
nueva partícula o “bosón de Higgs” (p. 262), una explicación final en donde todas
las leyes de la naturaleza pueden expresarse en una única y sencilla ecuación que
dio origen a la existencia, al principio mismo. De ahí que, algunos sostienen que
a lo mejor Dios es la partícula, o Dios creó esa partícula. Bajo esta lógica, muchos
científicos tienden a creer en la existencia sobrenatural de un Dios creador de
todas las cosas; o en todo caso un ingeniero o diseñador. El Ser inteligente que
está detrás de todo lo que existe. Esto es posible porque la existencia tuvo un
inicio metafísico, es decir, más allá de lo real y natural. Si bien es cierto que esta
proposición no tiene una comprobación científica, no obstante, ahí justamente
radica el meollo de la cuestión, tal como sostiene Azouri (2023) “Dios no existe,